un poco de historia-III- (extracto)

RESEÑA HISTÓRICA DEL MOVIMIENTO TEOSÓFICO EN CATALUNYA (desde el año 1936 hasta el año 2010)-extracto-

De las 22 Ramas teosóficas existentes en España antes de 1936 (véase la nota editorial de SOPHIA de abril de 2009), sólo 8 figuraban como activas cuando estalló la sublevación franquista en el país. Algunas de ellas ya se habían fusionado con otras.

Con anterioridad, en el año 1934, se había celebrado en Barcelona el Congreso Mundial de la S.T. presidido por C. Jinarajadasa. La asistencia internacional y nacional fue muy numerosa.

En 1936, la dirección del movimiento teosófico en Catalunya estaba en manos de Sadurní Torra y de su primera esposa, Esther Nicolau, que había sido Secretaria General de la Sección Española. Cuando estalló la revolución, y asesorados por algunos miembros que estaban metidos en política, se les aconsejó a ambos que disolvieran las Ramas de la Sociedad porque para los de la F.A.I. y la C.N.T. que eran los que en aquellos primeros momentos dominaban el país en Catalunya, la S.T. no era más que una «secta religiosa» y corría el peligro de que asaltaran sus locales.

En Barcelona, además de la Rama Arjuna (con los miembros fusionados de las otras dos Ramas (Barcelona y Acuario), y del Club Teosófico que funcionaba como referente cultural al que acudían, escritores y poetas, como Ventura Gasol, Conseller de la Generalitat, astrónomos, como Comas y Solà, músicos y otras personalidades eminentes de la época que deleitaban con sus intervenciones a los asistentesC existía la Editorial Orientalista a cargo de D. Ramón Maynadé quien, capitalizado por D. José Xifré, uno de los dos fundadores de la Sección Española, había abandonado su oficio de colchonero para dedicarse por entero al de impresor y editor de las obras teosóficas. Federico Climent Terrer, pedagogo, junto con J. García Planas y el Dr. Roviralta y Borrell fueron unos de los traductores de estas obras del inglés al español. El Dr. Roviralta estaba tan interesado en el Bhagavad-Gitâ que se desplazó expresamente a la India para estudiar in situ el sánscrito y así poder traducir directamente esa obra al español, cosa que hizo meritoriamente. Su traducción del Bhagavad-Gitâ está considerada una de las mejores. Federico Climent Terrer, además de pedagogo, era un buen conferenciante teosófico y se dedicaba a propagar la Teosofía por diversos lugares de la geografía catalana y entre aquellas entidades que lo solicitaban. Precisamente, debido a eso y a su popularidad, el Dr. Tusquets, un jesuita de la época muy respetado, escribió un libro que tituló Teosofismo, para contrarrestar la influencia de las teorías de las conferencias de Climent Terrer. En este libro trataba de rebatirlas. Es posible que, hasta cierto punto, lo lograra. Sin embargo, hay que decir que, en 1939 y cuando nuestro conferenciante iba a ser detenido por la policía, fue el mismo Dr. Tusquets quien intervino para que no lo hicieran, alegando su longeva edad (tenía 74 años). Nobleza obliga. No hay que olvidar el poder que, después de la guerra, alcanzó lo que se dio en llamar el nacional catolicismo. Públicamente, y con anterioridad a la guerra, ambos habían sostenido encendidas controversias.

También bastante antes de 1936, en Barcelona se había formado un grupo de teósofos que funcionaba con el nombre de Jóvenes Idealistas surgido de los elementos más jóvenes de las tres Ramas de Barcelona, los cuales trabajaban al unísono con los demás miembros. Habían organizado un seminario de estudios teosóficos y habían hecho venir desde Holanda a J. Van der Leew un destacado teósofo y escritor de aquel país, para que lo presidiera. Van der Leew aceptó encantado y, después de aquel viaje escribió el librito que conocemos como Dioses en el Destierro, el cual, en su primera edición, dedicó cariñosamente a sus amigos, los Jóvenes Idealistas de Barcelona. Este grupo también quedó disuelto a raíz de la guerra.

También existía la Biblioteca Teosófica abierta al público, situada en unos bajos muy céntricos. Esta Biblioteca, con entrada libre, era bastante frecuentada y se abría cada día. Por aquel entonces, unos llamados Guerrilleros de Cristo Rey, aupados por el clero, se dedicaban a apedrear los balcones del piso principal donde estaba ubicada la Rama Arjuna y a romper los cristales de los balcones, cosa que obligó a los miembros a blindarlos con planchas de hierro. Todo esto ocurría mucho antes de la sublevación franquista.

Sin embargo, a pesar de todo, la Rama funcionaba y la Biblioteca pública también. Esta Biblioteca se nutría de todos los libros teosóficos existentes, tanto en versión castellana como algunos en francés e inglés.

Ese mismo año de 1936, Sadurní Torra, siguiendo el consejo que les habían dado, destruyó ficheros, clausuró los locales de la Rama, los del Club Teosófico y la Biblioteca Pública; de ese modo la S.T. quedó al margen del conflicto secta-religión, y comenzó a actuar en la clandestinidad después de que hubieron pasado los primeros tiempos caóticos de la contienda. Por su parte, la edición de libros también se desmanteló y cerró.

Tan pronto como se pudo, las reuniones empezaron a celebrarse en los domicilios particulares de algunos miembros, en especial en casa del señor Torra. Durante la clandestinidad, el movimiento teosófico en Catalunya siguió bajo la dirección del señor Torra e Ignasi Rovira, un miembro de Barcelona que mientras vivió destacó siempre por su entrega absoluta al ideal teosófico. Más adelante se añadió a este grupo el señor Menasanch, antiguo dirigente de la disuelta Rama Montoliú de Tarragona, quien se había visto obligado a exiliarse a Barcelona (condena muy en boga aquellos tiempos para todos aquellos que eran tildados de no afectos al régimen). El señor Ignasi Rovira fue uno de los teósofos que, en el año 1939, finalizada la guerra, vio asaltado su domicilio por un grupo de falangistas que, en un registro de su domicilio, arrojaron a la calle y allí los quemaron, todos los libros de su biblioteca. Esto ocurría en la calle Hospital de Barcelona.

Antes de la guerra, en Sabadell, la señora Magdalena, miembro de la Rama Fides de aquella localidad, era propietaria de un solar en la parte extrema (entonces) de la ciudad, en la Serra Cameró, el cual donó a la S.T. a condición de que ésta se comprometiera a edificar un local como Sede de la Rama y donde ella tuviera su acomodo mientras viviera. Algunos teósofos, entre ellos Luís García Lorenzana, Sadurní Torra, Ignasi Rovira y otros cuyos nombres no se nos alcanzan, se comprometieron a contribuir económicamente en la edificación de dicho local, cosa que se llevó a cabo. Éste se construyó con la planta noble, con vivienda, para la señora Magdalena y otras dependencias, como por ejemplo, una sala de actos muy espaciosa y otras dos más pequeñas, una como Biblioteca y otra para las reuniones particulares de miembros. Delante, un bonito y generoso patio ajardinado y detrás otro patio más pequeño. El piso superior se concibió y se ejecutó con dormitorios, cocina y aseos y sala de estar, y se pensó que esa parte del edificio muy bien podría destinarse al alojamiento de aquellos teósofos que, una vez jubilados, quisieran ir a vivir allí.

Pasado algún tiempo, después de terminada la guerra, y habiéndose dado cuenta los miembros de la Rama de Sabadell que un grupo religioso había puesto el ojo en el local para ocuparlo para sus menesteres, se dirigieron al entonces alcalde franquista de la ciudad, el señor Marcet y se presentaron a él como un grupo filosófico que nada tenía que ver con la política, y le pidieron autorización para poder seguir utilizando el local de su propiedad para sus reuniones, local que, si no había sido todavía ocupado ni por los falangistas ni por el clero, era debido a que la señora Magdalena seguía viviendo allí. El alcalde, viendo que la Teosofía no interfería para nada en la política, les autorizó para que pudieran seguir utilizando la propiedad, instándoles a que limitaran sus actividades al interior, sin hacer ostentación pública de ningún tipo que pudiera comprometerle.

El local de la Rama había sido inaugurado por C. Jinarajadasa en 1934 con motivo del Congreso Mundial de la S.T. en Barcelona. Todavía existen algunas fotos en las que puede verse al Presidente Internacional junto a la puerta de entrada del local, con los miembros de la Rama y otras personalidades.

Durante su estancia en Catalunya, Jinarajadasa aprovechó para visitar las demás Ramas del país. Herminia Canal, hija de Teresa Corbera, Presidenta de la Rama Bhakti de Terrassa, todavía conserva, al parecer, una foto de Jinarajadasa junto a los niños afiliados a la Mesa Redonda, actividad que se llevaba a cabo muy exitosamente, especialmente en aquella Rama y en la Rama de Bilbao, de donde era oriundo José Talavera a la sazón Director Jefe de dicha actividad en España. Esto hizo que las relaciones entre ambas Ramas fueran siempre muy cordiales y afectivas.

Pero volvamos atrás. Al poder disponer de un local propio, esto permitió que, desde el comienzo de la dictadura, Sabadell fuera un refugio para la S.T. en Catalunya. Por ejemplo, todos los libros de la Rama Arjuna, se enviaron a la Rama Fides para que se guardaran allí en depósito y evitar así que cayeran en manos de los iconoclastas.

En 1976, la Rama Bhakti se ubicó de momento en el local de Montserrat y Albert Farràs quienes gentilmente ofrecieron los bajos de su vivienda para que la Rama pudiera celebrar allí sus reuniones y sus actividades.

Respecto a los libros de la Rama Arjuna ésta por el momento se abstuvo de reclamarlos. De modo que seguían en Sabadell cuando la Rama Fides se escindió de la Sociedad Teosófica Internacional y entregó alegremente la propiedad al Ayuntamiento de aquella ciudad, sin que hasta ahora se haya podido recuperar por parte de la S.T.E. a pesar de las reclamaciones por vía judicial que se han interpuesto; ignoramos dónde fueron a parar los libros. Llegaron rumores de que muchos habían ido a un contenedor de basura y otros a manos de algunos ex-miembros.

En este local que albergaba la Rama Fides y en pleno franquismo, amparados por la permisividad del alcalde, se pudieron ir celebrando seminarios de verano que se titularon «Semana de Sabadell», donde eran invitados miembros de otros lugares de España, de Madrid, por ejemplo, a los que Vicente Olivares y José Talavera acudieron con regularidad. Del extranjero, nuestra buena amiga Ianthe Hoskins fue la huésped distinguida durante varios años. También se invitó a Madeleine Leslie Smith, entonces Presidenta de la Federación Teosófica Europea. Todas estas personas se hospedaban en el mismo local, al que durante los días que duraba el encuentro acudían los miembros de todas las Ramas de Catalunya y se vivía una semana de convivencia teosófica muy enriquecedora. Ianthe Hoskins, que el primer año que vino a España sólo hablaba inglés y necesitó de traductor, al año siguiente compareció con un castellano muy pulcro y comprensible porque quedó tan interesada con la labor que calladamente se estaba llevando a cabo aquí, que instó a su hermana gemela que había estado empleada en la embajada inglesa en Madrid, a que le enseñara el idioma. Así que nos sorprendió a todos al año siguiente. Ianthe siguió viniendo cada año, aún después del resurgimiento oficial de la Sección. En realidad, mientras vivió, ella siempre mantuvo bajo su protección a la Sección Española, incluso cuando era la Secretaria General de la Sección Británica. Siempre sintió un cariño muy especial por nosotros y por nuestro trabajo.

También aterrizó en Barcelona, a finales de los años cincuenta, la hermana Luz María Durán, de México, que nos obsequió con sus amenas charlas sobre Teosofía. Estuvo durante algunas semanas en la ciudad y propició sus conferencias en casa del señor Torra y en su finca de Valldoreix, donde llegaban a reunirse más de cien personas los domingos. Durante la semana sus charlas se daban en Barcelona en el mencionado domicilio que reunía óptimas condiciones de espacio.

Cuando el franquismo ya había desaparecido oficialmente y se respiraba un poco más de libertad de expresión, Ianthe Hoskins nos instó para que publicáramos en español su libro Fundamentos de la Filosofía Esotérica. Le dijimos que trataríamos de encontrar algún editor que lo hiciera, pero que no contábamos con dinero para ello. Ella dijo que iba a facilitarnos los fondos de un Trust Internacional que existe en Norteamérica de un legado existente para que se publicaran obras teosóficas en otros idiomas que no fuera el inglés. Nos dijo que preguntáramos al señor Viñas, que por aquel entonces tenía que acudir a unas Jornadas Ibéricas que se celebraron junto con Portugal en El Escorial, cuántos ejemplares podían absorber ellos de la producción, para así poder hacer una edición más o menos grande. Los hermanos argentinos, respondieron que el libro estaban dispuestos a publicarlo ellos siempre y cuando se les facilitara el capital. Nos quedamos un poco sorprendidos pero también aliviados, porque esto nos evitaba tener que buscar algún editor. Puesta al corriente de la proposición argentina, Ianthe Hoskins nos dijo rápida y tajantemente que en absoluto quería que su libro fuera editado en Argentina, sino que a toda costa deseaba que fuéramos nosotros los que lo hiciéramos. Nos atuvimos a sus deseos y la primera edición se llevó a cabo en Barcelona y los fondos nos fueron facilitados desde Suiza mediante ese Trust Internacional. La segunda edición ya pudimos hacerla años después en nuestra propia editorial. Pero ésa es otra historia.

Hemos hablado de las Jornadas Ibéricas y también explicaremos el origen de las mismas. Hacía muchos años que Jinarajadasa había aconsejado a los teósofos españoles que se acercaran a Portugal, teosóficamente hablando, y cuando mucho tiempo después de que Jinarajadasa hubiera desaparecido, en una Escuela de Verano en el extranjero, coincidieron Cesina Bermudes de Portugal, José Talavera y Eugenio Olivares de Madrid y Sadurní Torra de Barcelona, se pusieron de acuerdo para organizar un encuentro anual entre miembros de los dos países, una especie de Encuentro Teosófico -al que Cesina Bermudes bautizó como «Jornadas Ibéricas»- en el que pudiéramos afianzar el conocimiento y la fraternidad entre ambos países. En principio se acordó que estos encuentros se turnarían, un año en Lisboa y otro en Madrid. Sin embargo, el señor Lourenço de Portugal, un antiguo teósofo y amigo, en el primer encuentro que se hizo en Madrid, adujo que, siendo Barcelona el punto de España donde existían más miembros de la Sección Española, no le parecía justo que las «Jornadas» no se celebraran también por turno en aquella ciudad. Todos estuvieron de acuerdo y el evento se puso en marcha. Esto se estuvo haciendo así durante algunos años, hasta que, a instancias de una directiva nacional se decidió que en lugar de ser siempre en estas tres ciudades, las «Jornadas» se celebraran en lugares distintos cada vez. También en esto se estuvo de acuerdo y de ese modo la cosa se fue convirtiendo además en un poco de ruta turística, con lo cual, los hermanos portugueses conseguían llenar un autocar para acudir a dichos encuentros.

Pero retrocedamos. La guerra Civil de 1936 siguió su curso y la postguerra también. Pero el contacto con la Sede Central de Adyar nunca se perdió. Desde Barcelona, tampoco nunca se perdió el contacto con los hermanos de toda España, especialmente con Vicente Olivares y José Talavera de Madrid, y con Luís García Lorenzana. Éste, que a pesar de haber sido juzgado como masón tenía pasaporte por su cargo de Ingeniero de Minas del Estado en las Minas de Rio Tinto primero y en Canarias después, era el único teósofo que podía desplazarse internacionalmente y ponerse en contacto personal con el resto de los teósofos mundiales. Por esta razón, Adyar le había nombrado Agente Presidencial de la S.T. en España.

Pero García Lorenzana tuvo un desgraciado percance en su trabajo en Huelva cuando un obrero cayó en uno de los pozos de mercurio y él se lanzó en seguida a rescatarlo, lo cual hizo que ambos quedaran totalmente contaminados. En Lorenzana repercutió con una merma de sus facultades mentales no demasiado aparentes pero que sin embargo fueron lo bastante como para que Sri Ram, entonces Presidente Internacional de la S.T. se apercibiera de ello en su trato con él. Es por eso que, cuando Sadurní Torra, finalmente y después de 30 años de habérsele negado el pasaporte, en el año 1969 lo consiguió «gracias a la intervención de una persona muy bien situada en el régimen» pudo acudir a una escuela de verano en Bruselas presidida por Sri Ram. Este, que estaba al tanto de la labor que se realizaba aquí, al verle le pidió que se hiciera cargo de la Sección Española como Agente Presidencial suyo.

Sadurní Torra aceptó, a condición de no comunicárselo a Lorenzana. En realidad hacía muchísimo tiempo que él ya se había hecho cargo de los asuntos administrativos. Luís jamás se enteró de que había sido relevado de su cargo por Sri Ram, y así continuó hasta su muerte. Sri Ram aceptó las razones de Sadurní Torra y a partir de entonces, oficialmente, en Adyar éste figuró como Agente Presidencial para España. Hay que decir que Sadurní no sólo guardó silencio con Lorenzana respecto a esta cuestión, sino que lo hizo igualmente con los demás miembros de la Sección, y no lo comunicó oficialmente hasta después de que la Sección hubo sido reconocida de nuevo y tuvieron que celebrarse las primeras elecciones para elegir al Secretario General. Se informó de esto a la Federación Europea y se solicitó la presencia de la entonces Presidenta de la misma, la señora Madeleine Leslie Smith, la cual, expresamente, acudió sumamente complacida a Barcelona y estuvo presente durante el escrutinio de las papeletas de votación que se hizo en el local del Club de Amigos de la India.

En el año 1976 el miembro de Madrid Fernando Pérez, se personó en el Ministerio correspondiente y solicitó el alta de la S.T.E., ésta quedó registrada como una nueva entidad. Esto originó que, posteriormente, surgieran algunos contratiempos cuando se trató de recuperar una propiedad en Alicante registrada a nombre de la Sociedad Teosófica de antes de la guerra. Esta propiedad era un legado anterior a la guerra civil.

Olivares se desplazó a Barcelona para hablar de todo ello con Sadurní Torra (quien seguía siendo el Agente Presidencial de Sri Ram, aunque ellos lo ignoraban en aquel momento). Los tres antiguos teósofos, José Talavera, Vicente Olivares y Sadurní Torra, en principio, hubieran preferido esperar un poco más hasta que las leyes franquistas se hubieran derogado, pues no hay que olvidar que, aunque Franco había muerto, el gobierno que todavía perduraba seguía siendo franquista y seguía funcionando con las mismas leyes, puesto que todavía no se había hablado de elecciones, a pesar de que el rey era ya el Jefe del Estado. En definitiva, a los tres les pareció bien seguir adelante y poder trabajar, aún con las mismas leyes restrictivas que excluían  absolutamente cualquier relación con sociedades internacionales. Y hay que decir que esas leyes todavía subsistieron durante algunos años. Sin embargo, ésa era una oportunidad y una tranquilidad que, sea como fuere, se brindaba a la Sociedad para poder empezar a trabajar abiertamente. Podríamos decir algunas cosas de las que se trataron en aquella reunión según nos informó el mismo Olivares, pero no creemos que ahora eso importe demasiado.

A partir de ese momento, las Ramas de Barcelona (Amor, en la calle Independencia, con Isidro Mulet como presidente, Armonía en la calle Sant Pere, con Ramón Puig como presidente, y Arjuna, en la calle Calvet, con el señor Josep Doménech como presidente) decidieron reunirse conjuntamente como una sola Rama y funcionar como tal para tener más fuerza cohesiva y económica y poder alquilar un local para todos. Ramón Puig insistió para que la entidad llevara el nombre de su propia Rama, Armonía, y las demás se plegaron a sus deseos. Esto duró hasta algunos años después en que esta Rama, desoyendo los consejos del resto de las Ramas de España, se escindió de la Sociedad Teosófica Española y se registró independientemente en la Generalitat de Catalunya como Societat Teosófica Catalana, rompiendo así todo vínculo con la Sociedad Teosófica Española, y por ende, con la auténtica Sociedad Teosófica Madre y arrastró con ella otras dos Ramas, de Catalunya, la de Sabadell y la de Breda.

El trabajo teosófico que se había realizado en Catalunya, y especialmente en Barcelona, era muy importante antes de la guerra. Durante la guerra quedó amortiguado y, como hemos dicho, huérfano de publicaciones. La editorial Kier de Buenos Aires y Orión de México, aprovecharon la falta de continuidad en la producción barcelonesa de obras teosóficas para publicar ellos por su cuenta nuestros libros, Salvador Sendra, otro exiliado, krishnamurtiano, y que tenía que ver con la editorial Orión de México, nos enviaba de vez en cuando pequeños paquetes de libros que no pasaban por aduanas por su poco peso inferior a cinco kilos y que llegaban a nuestras manos sin ser censurados. Gracias a esta labor, estos libros podían facilitarse a los miembros y simpatizantes. Años después, y cuando ya pudo volver a España, Salvador Sendra estuvo viniendo una y otra vez para darnos charlas, traer películas e ilustrarnos sobre cómo iba el movimiento teosófico en la América Hispana. Sus visitas eran muy apreciadas. Casi siempre coincidían con lo que se denominó «La Semana de la India». Pero esto es otro capítulo aparte.

Mediados los cincuenta, y cuando ya la efervescencia de las depuraciones y demás sinsabores para tantos españoles habían pasado, bastantes de los exiliados de 1939 se atrevieron a regresar a España. Entre éstos estaba Rosa Menasanch y su esposo, el señor Oliva, exiliados en México. Rosa era una mujer de mucho empuje. Cuando volvió a situarse en el panorama teosófico español instó a los dirigentes de Barcelona para que volvieran a hacer acto de presencia pública como S.T. Entonces se le informó de la situación en que el país se encontraba todavía, y de la decisión que habían tomado los dirigentes de Madrid y de Barcelona, de no moverse en absoluto oficialmente, siguiendo el consejo que les había llegado desde las altas esferas a las que se habían dirigido a través del Coronel Auditor de la IV Región (Cataluña), que era el dueño de la empresa donde trabajaba el señor Torra. Los tres esperaban mejores tiempos, sin imaginar que aquella nefasta dictadura se prolongaría durante 40 años.

Terminada la contienda, después del odio desencadenado por parte de los ocupantes (ellos lo llamaban frívolamente “liberación del país”), los militares sublevados, vencedores de la guerra, y aliados con el conglomerado de la Iglesia católica, los teósofos se mantuvieron mucho más encerrados en su silenciosa clandestinidad y mucho más cautos ante el miedo, esta vez también, de ser catalogados como secta peligrosa o comunista que atentaba contra la unidad de la patria y su sacrosanta religión. También esta vez, y ateniéndose a la advertencia anteriormente mencionada, los teósofos se mantuvieron cautos pero siguieron reuniéndose en domicilios particulares, mayormente en casa del señor Torra y en otros domicilios ofrecidos por algunos miembros.

Hay que mencionar que, en tiempos del franquismo, reunirse más de veinte personas en cualquier domicilio particular requería un permiso especial de las autoridades. Y había que explicar el motivo de la reunión y si ésta era familiar, como un bautizo o una boda o un funeral, por ejemplo. Esta situación se prolongó durante los años que duró el régimen, sobre todo en las primeras dos décadas. Sin embargo, los teósofos seguían reuniéndose clandestinamente en los domicilios particulares, procurando que a cada una de las reuniones que se hacían no acudiera un número excesivo de personas, excepto cuando sucedía que los conferenciantes eran huéspedes que llegaban del extranjero y entonces las reuniones se celebraban en la finca de Valldoreix. Las reuniones domingueras eran más disimulables por el hecho de que esta finca se encontraba entonces muy alejada del núcleo de población.

Los años del franquismo fueron tristes y duros para el movimiento teosófico en España. Sin embargo, y a pesar de todo, en Catalunya hubo tres personas que consiguieron mantener la llama encendida y no sólo encendida, sino que, directamente adheridos como miembros de facto a Adyar, muchas personas se afiliaron a la Sociedad. Durante los primeros años de la posguerra, hubo denuncias a todos los niveles de la población, muchas de ellas alcanzaron a miembros de la Sociedad. Por ejemplo García Lorenzana, Ignasi Rovira y otros que ahora no recordamos, fueron denunciados por masones y esto contribuyó a que les juzgara como tales. Sin embargo, ninguno de ellos fue encarcelado. El que si lo fue, sin pertenecer en realidad a la masonería como los otros, fue Sadurní Torra, que no figuraba como tal en ninguna de las listas que poseía la policía. Cuando el juez no pudo acusarle de masón le preguntó si era teósofo. La respuesta fue contundentemente afirmativa.

Sin causa abierta, sin embargo, fue encarcelado en la Modelo de Barcelona de donde lo sacó su propio Jefe, el Coronel Auditor de la IV Región, quien abogó por él y le declaró persona de bien e imprescindible para su negocio. Gracias a esto, su estancia en la cárcel fue breve, aunque el expediente siguió su curso, como más adelante pudo verse, cuando se le ocurrió pedir pasaporte para acudir a una Escuela de Verano en Europa. Esto hizo que, además de denegárselo, durante diez largos años tuviera que presentarse cada diez días en la Jefatura Superior de Policía para estampar su firma en un papel y decir que no pensaba salir de España. Fueron diez años muy pesados que terminaron cuando un día uno de los comisarios, sin mediar ninguna orden oficial y bajo su responsabilidad, le eximió de esta presentación. Añadido a esto estaban también las visitas de madrugada de la policía que, de vez en cuando, procedían a registrar nuestro piso por si, aparte de los libros teosóficos que nunca tocaron, encontraban otro tipo de «material subversivo». Esto pasaba sobre todo, cuando Barcelona recibía la visita de Franco, pues el piso del señor Torra estaba situado en una céntrica calle por la que circulaba el séquito del cortejo oficial cada vez que el dictador se desplazaba a Barcelona, que gracias a Dios no eran demasiadas.

El expediente incoado al señor Torra a partir de entonces se mantuvo inactivo. Desconociendo en realidad a quien se debía su denuncia, después del franquismo, otro teósofo de Alicante, hurgando entre los papeles de Salamanca que se habían expoliado de Catalunya, se quedó muy sorprendido por la cantidad de documentación que encontró sobre las actividades de la S.T. en esa región. Entre estos papeles estaba la denuncia que se había cursado contra el señor Torra, y el nombre de la persona que la cursó, cuyo nombre le sorprendió y le dolió enormemente.

Después de salir de la cárcel, el señor Torra quiso averiguar cual era la denuncia contra él en Jefatura y mediante la entrega de 10.000 pesetas de la época a un empleado, si bien no quiso darle el nombre del denunciante, le hizo saber que en su ficha, y como acusación, sólo figuraba «Presunto masón y hombre de muchas actividades». El mismo empleado aconsejó al señor Torra que cuando lo mandaran a buscar para declarar, lo negara todo, puesto que, de hecho, no sabían nada. En cuanto a «hombre de muchas actividades», era el resultado de todas sus charlas semanales en uno u otro lugar, especialmente las de cada domingo en un sitio distinto de la geografía catalana: Mataró, Manresa, Rubí, Terrassa, Sabadell y excursiones al campo o a la misma finca del señor Torra en Valldoreix, donde a veces se reunían más de cien personas, miembros y simpatizantes. Al parecer la carpeta de su expediente policíaco era tan abultada que sorprendió al mismo investigador. El señor Torra dedujo que todas las copias de las traducciones teosóficas que mensualmente enviaba a los miembros y simpatizantes iban a parar a Jefatura, tal vez a través de algún topo que debía infiltrarse como simpatizantes en las reuniones.

Estos escritos eran traducciones mensuales de la Atalaya de The Theosophist, publicación que nunca había dejado de recibirse en nuestra casa. Estos artículos se enviaban a todos los miembros de Catalunya y también a Olivares y a Talavera de Madrid para que de ese modo el contacto con Adyar se mantuviera vivo.

Esta labor de traducción, y reproducción de estos escritos se realizaba en casa del señor Torra, con una antigua ciclo-estil manual y con peligrosidad, puesto que en Barcelona, todas las empresas que vendían productos para máquinas de este tipo estaban obligadas a declarar a quién se los vendían, por miedo a que fueran a parar a la publicación de panfletos antifranquistas. (Hay que decir que esta máquina se guardaba cuidadosamente en la finca de Valldoreix). El señor Torra siempre aducía que era material para su oficina de trabajo en la empresa en que estaba empleado, ocupando el cargo de Gerente. Esto duró muchos años, en realidad hasta que se inició la publicación del Boletín Interno de Rama Arjuna, en 1981. Pero esto lo mencionaremos después.

Mientras todavía perduraba la dictadura en España, la Sección argentina, con muy buena voluntad pero sin ninguna perseverancia, se había propuesto traducir The Theosophist y lanzaron una revista trimestral con el título de El Teósofo. El señor Torra de inmediato se comprometió con los argentinos a absorber setenta ejemplares cada vez para los miembros de aquí. Y esto se mantuvo mientras ellos siguieron haciendo su trabajo, que no duró demasiado tiempo.

Respecto a la publicación del Boletín Interno de Rama Arjuna, la cosa empezó como sigue: Mientras se traducía la Atalaya de uno de los ejemplares de The Theosophist, al señor Torra se le ocurrió que había en ese ejemplar un artículo muy interesante correspondiente a un simposium que se había celebrado durante la Convención de Adyar de aquel año, (1981). Le sugirió a la persona que traducía la Atalaya, que tal vez sería oportuno añadir además ese artículo. El trabajo tenía bastantes páginas y entonces, se decidió que, puesto que la Atalaya se hacía siempre en folios, para más comodidad, con ese artículo añadido sería mejor presentarlo en forma de folleto. Así se decidió y entonces se pensó que cada mes, en lugar de enviar solamente la Atalaya, se enviara además, añadido, algún artículo interesante de aquella revista. De un artículo se pasó a dos y de dos a tres o más y de ese modo surgió lo que, sin darnos cuenta, adquirió la forma de una pequeña publicación. Esto hizo que, entre unos cuantos miembros se decidiera adquirir una ciclo-estil moderna donde poder publicar, además del Boletín de la Rama, los folletos de propaganda que nos interesaran para difundir la Teosofía. Un tio de José Tarragó que había trabajado de impresor en los talleres de La Vanguardia, se ofreció para hacer las copias y en principio la máquina se instaló en los bajos de la casa de este último. Posteriormente se trasladó a la calle Pau Claris desde donde se procedía a esta publicación que, con el tiempo, fue mejorando en su humilde presentación. La revistilla siguió enviándose a los miembros y simpatizantes de la Rama Arjuna y a los miembros de las otras Ramas de España que también la solicitaban. Finalmente y con una cubierta de papel couché nos atrevimos a enviarla a la misma Radha Burnier en Adyar y así se hizo.

Cuando Radha Burnier se encontró con José Tarragó en un Seminario en Francia, le pidió que enviáramos mensualmente un ejemplar de dicho Boletín a toda la América Hispana. Ella conocía lo que hacíamos gracias al ejemplar que le llegaba puntualmente, y sabía que casi todo el contenido del Boletín eran artículos que traducíamos de la publicación de Adyar. Y aunque José Tarragó le dijo que esa publicación era sólo de orden interno de la Rama de Barcelona, su respuesta fue que eso no importaba y que mandáramos esos ejemplares a toda la América Hispana. Y así se ha venido haciendo desde entonces. Aunque ahora el Boletín ya no existe y sí sólo la publicación de SOPHIA que es la que ahora se envía.

También el nacimiento de esta SOPHIA hay que achacarlo al que fue Secretario General de la Sección Española, Antonio Guirao, quien, cuando fue elegido Presidente preguntó a los dirigentes de la Rama «Arjuna» si sería posible que su Boletín pudiera convertirse en la revista oficial de la Sección. Naturalmente, la Junta Directiva de la Rama no vio en ello ningún inconveniente, al contrario, pensó que de ese modo el trabajo que se estaba realizando con esa publicación podría alcanzar a más miembros en el resto del país. Sin embargo, esa misma Junta se reservó el derecho (consta en Acta) de renunciar a hacerlo si en un momento dado alguna directiva pretendiera darles órdenes al respecto que fueran consideradas ajenas a la forma y fondo en que el trabajo se venía realizando. Entonces se cedería la publicación a quien se designara y Rama Arjuna quedaría al margen para hacer lo que considerara oportuno.

Vamos a retroceder de nuevo y a situarnos en pleno franquismo. Cuando Rosa Menasanch regresó del exilio y preguntó al señor Torra el motivo por el cual no podía ser que la S.T. hiciera de nuevo su aparición pública, y una vez que éste le hubo aclarado el motivo, entonces ella sugirió que bien podría intentarse formar una asociación con el nombre de Club de Amigos de la India, y bajo ese nombre poder establecer una especie de entidad donde se pudieran dar charlas teosóficas y orientalistas, sin levantar sospechas políticas. Al señor Torra la idea le pareció bien y le pidió que fuera ella misma la que se encargara de encontrar alguna o algunas personalidades reconocidas y respetadas, para que pudieran ostentar un cargo en la Junta Directiva de la nueva entidad que se pretendía crear, pues era obvio que ninguno de los teósofos destacados podía pretender acceder oficialmente a ningún cargo representativo de ninguna entidad por el probable tamiz de las autoridades del momento que hurgarían en su pasado y que en aquellos tiempos no aceptaban que personas «sospechosas» figuraran como dirigentes. Es sabido que antes de permitir la fundación de cualquier entidad, la policía indagaba sobre los nombres de los aspirantes por si éstos eran o no desafectos al régimen. Se pensó en la posibilidad de ofrecer el cargo de Presidente al filósofo y catedrático de la Universidad de Barcelona, Salvador Pániker, de padre hindú y madre catalana, el cual aceptó encantado. A este señor, la idea le pareció no tan sólo luminosa e interesante, sino muy práctica para entablar relaciones culturales entre la India y España. Se visitó al Cónsul de la India en Barcelona, el cual, con mucha simpatía, se prestó a coadyudar en lo que fuere para que la entidad tuviera éxito. El Gobierno Civil y las respectivas autoridades, incluida la Policía, no pusieron pegas al proyecto y lo aprobaron. Más bien parecieron complacidos de que, en un tiempo en que España no era aceptada en el contexto de las naciones democráticas por su régimen dictatorial, hubiera algunos países que vieran con buenos ojos un acercamiento, aunque fuera en el ámbito cultural.

De manera que se nombró una Junta presidida por Pániker. El Club se inauguró y éste inició su recorrido con programas establecidos en los que se hablaba libremente de Teosofía sin que hubiera cortapisas de ningún tipo. Claro está que esto ocurría ya a finales de la década de los sesenta; a partir de entonces y durante siete años semanalmente cada martes se celebraba una conferencia teosófica en el Club. Por allí pasaron miembros de otros lugares de España y del extranjero, además de los de Barcelona. Tuvimos el gusto de contar con la presencia del Dr. Francis Brunel, por entonces director de la UNESCO y Secretario General de la Sección Francesa de la S.T. quien nos obsequió con sus interesantes y amenas charlas. También pasó por el Club, la Presidenta de la Federación Europea de la S.T., una dama encantadora que nos deleitó con su intervención. Madeleine Leslie Smith ya había sido una de las asistentes a las «Semanas de Sabadell» organizadas años antes de la existencia del Club. También volvió a venir para contribuir a la celebración de las primeras elecciones de la Sección Española de la S.T. una vez que ésta hubo recuperado su personalidad como entidad legal y oficial.

Hay que decir que, durante los años en que el contacto de los teósofos se mantuvo con el Club, se organizaba anualmente una actividad en Barcelona, presidida por Pániker y con la asistencia del cuerpo consular, a la que se denominó Semana de la India, en la que pronunciaron conferencias públicas muy interesantes Salvador Pániker, el Dr. Sarró, el señor Torra e invitados llegados de fuera, como Salvador Sendra o Luz María Durán, George Farthing, Francis Brunel y otros, cuyos nombres ahora se nos escapan. Estas conferencias se daban en uno de los edificios emblemáticos de la Barcelona antigua, la Biblioteca Central, (antes y ahora Biblioteca de Catalunya), local cedido por la Diputación de Barcelona. En esa misma Biblioteca y aprovechando esa Semana, Salvador Sendra proyectó algunas películas de J. Krishnamurti en una de sus intervenciones, cosa que fue muy apreciada por todos, por ser la primera vez que se visionaban en España. Y todo esto ocurría todavía con el franquismo.

Hay otro punto muy importante que no queremos dejar de anotar. Y es la creación de la Editorial Teosófica en Barcelona, en el año 1989. Los libros teosóficos todavía llegaban esporádicamente desde Argentina o México. La Federación Teosófica Interamericana había publicado nuevos títulos, traducciones de autores como I.K. Taimni, Norman Pearson, y otros, pero este material, sobre todo los libros de Argentina, llegaban con un trabajo de encuadernación bastante deficiente, cosa que hacía que a las pocas lecturas de un mismo texto, las páginas del mismo se quedaran en manos del lector. Entonces, unos cuantos miembros, deseosos de presentar las obras teosóficas con el máximo de respeto en cuanto al formato, decidieron formar una editorial que continuara la antigua labor que ya había existido en Barcelona. Los abogados que redactaron la escritura de constitución nos aconsejaron que nos registráramos como una Cooperativa de trabajo, fórmula que por aquel entonces sólo se estilaba en Catalunya. De ese modo, nos dijeron apenas si existe un mínimo de impuestos; en cambio, si se hacía como Sociedad, esto resultaría mucho más oneroso. Se optó por la Cooperativa y en ella tomaron parte, con una pequeña contribución algunos teósofos, como la familia Olivares de Madrid, Ángel Rubio también de Madrid, Antonio Guirao de Alicante, y otros miembros de Terrassa y Barcelona y con la colaboración especialmente generosa del desaparecido Pedro Ameller, de Palma de Mallorca, quien acababa de venderse una finca y contribuyó con un donativo de medio millón de pesetas que ayudaron al inicio de las primeras publicaciones. En la escritura de constitución se estipuló que, en caso de la desaparición de la entidad, el capital y las existencias restantes revertirían a la S.T.E. A partir de 1989, la Editorial comenzó su andadura y, hasta el día de hoy, y con la abnegada entrega y colaboración de todo un equipo de trabajadores teosóficos, se han podido ir publicando 52 títulos de las antiguas obras y algunas nuevas. Es un trabajo que se lleva a cabo calladamente pero sin descanso y con la decidida voluntad de que sirva de ayuda para mucha gente, dentro y fuera de la Sociedad.

Tampoco quisiéramos omitir en este escrito las dos estancias de Rukmini Devi en Barcelona. La primera de ellas, en pleno franquismo, a principios de la década de los sesenta, y propiciada por el señor Torra que deseaba infundir en los teósofos de Catalunya un poco de aire fresco proveniente de Adyar. Se solicitaron los permisos correspondientes y bajo los auspicios del Ayuntamiento de Barcelona y como obra cultural a través del Club de Amigos de la India, se consiguió disponer de la Cúpula del cine Coliseum donde tuvieron lugar las dos representaciones con las que Rukimni y su elenco de bailarines orientales de la escuela de Kalakshetra obsequiaron a la ciudad. Se contó con el beneplácito del Consulado de la India que contribuyó a la financiación del acontecimiento.

La segunda vez que, ya sin elenco de bailarines, Rukmini acudió a Barcelona lo hizo invitada por el señor Torra. Acudió acompañada de su secretario, Peter Hoffman. Sin embargo, esta vez, el motivo fue la organización de un Seminario de Estudios Teosóficos de fin de semana en un hotel de Andorra, donde acudieron miembros de todo el país, incluyendo algunos asistentes franceses que también se desplazaron desde el Sur de Francia para asistir. Desde Barcelona se fletaron unos taxis que llevaron a los asistentes hasta Andorra y todo el mundo quedó muy complacido del resultado. De este modo se iban consolidando los lazos con la Sociedad Teosófica Internacional.

Se podrían escribir muchísimas más cosas sobre el movimiento teosófico en Catalunya, antes y después de la Guerra Civil, pero creemos que esta pequeña reseña es bastante clarificadora de que el trabajo de la S.T. nunca estuvo interrumpido en España, mucho menos en Catalunya. Fue una sorpresa a nivel mundial que, cuando en 1976, la Sociedad estuvo plenamente reconocida, el censo de miembros de la Sección Española fuera casi el mismo que había antes de 1936. Es evidente que bastantes de ellos ya habían muerto, pero el número de los que se fueron afiliando y que eran adscritos directamente a Adyar a través del Agente Presidencial, durante la dictadura, compensaba con creces a los desaparecidos. Esto se comentó mucho a nivel europeo, incluso un miembro de la Sección Francesa tuvo la gentileza de enviarnos un gráfico de ello. Tampoco hemos querido cansar a los lectores de este folleto con particularidades y anécdotas excesivas. Sin embargo nos parece que tocar estos puntos, tal como lo hemos hecho, demuestra que el movimiento teosófico en Catalunya ha sido siempre el más numeroso y uno de los más dinámicos de España. Las circunstancias para el resto del país tal vez no fueron tan favorables para la labor teosófica en otros lugares durante el franquismo.

En el Norte de España la Rama «Bilbao» también había sido un punto álgido para las actividades teosóficas hasta 1936. Pero, como todas las demás, la Rama Bilbao quedó difuminada. Sólo algunos miembros se mantuvieron activos particularmente y en contacto con otros miembros de Catalunya y Madrid. Es el caso de Marcelino Ortega, industrial bilbaíno, y Augusto Silva, periodista, quienes se desplazaban regularmente a Barcelona para estar en contacto con los teósofos de aquí. Fueron huéspedes muy queridos y apreciados por nuestra familia.

Las relaciones de los miembros del Norte con Cataluña fueron siempre muy buenas; ya antes de la guerra, y desde siempre, existió una entente muy especial con la Rama Bhakti de Terrassa y su Presidenta fundadora, Doña Emilia Vilalta y después con su hija Teresa Corbera. Las dos Ramas tenían muy bien organizado el movimiento de la Mesa Redonda para los más jóvenes y esto establecía una especie de contacto muy estrecho entre ellas.

Recordamos a Marcelino Ortega explicándonos muchos años después, pero todavía en plena dictadura, cómo había quedado sumamente sorprendido y emocionado al encontrarse con un antiguo componente del grupo infantil de la Mesa Redonda de antaño, quien, ya adulto, al encontrarse con él y reconocerle, todavía le cantó las canciones que había aprendido de niño en la Rama.

Alrededor de 1980, después de que, con la reorganización de la Sociedad Teosófica en España, las Ramas ya habían recuperado todas su personalidad, la Rama Bhakti de Terrassa junto con la Rama Arjuna de Barcelona, acordaron celebrar unos encuentros veraniegos donde se impartieran enseñanzas teosóficas con la cooperación de otros miembros llegados de otros lugares. Así, miembros de Madrid, Valencia, Benidorm, Bilbao y Mollerussa, además de los de Terrassa, Rubí y Barcelona, y también alguna vez con Cesina Bermudes de Portugal, estuvieron reuniéndose en verano una semana entera, durante siete años, en la finca que Montserrat y Albert Farrás de Terrassa poseen en Vallhonesta (Sant Vicenç de Castellet), y que gentilmente ofrecieron para ese evento. La Intendencia y la cocina estaban a cargo de Albert, (Rama Bhakti), Consuelo (Rama Arjuna) Mª Dolores y Ramona (Rama Mollerussa). Estos encuentros resultaron altamente gratificantes por la cantidad de miembros y simpatizantes que pasaron por allí durante siete veranos, y por el clima de fraternidad y buen entendimiento reinante. Hay que decir que a todo esto se añadía lo económico de la estancia, pues el gasto total se dividía entre todos. Además, Albert había ido mejorando, año tras año, las antiguas dependencias de la masía y se dormía cómodamente en los diferentes recintos de la finca.

A partir de la recuperación del statu quo oficial de la Sociedad Teosófica en España, se han ido creando nuevas Ramas y Grupos de Estudio. Entre las primeras, se encuentran la Rama Alicante, de aquella localidad, la Rama Mollerussa, de Lleida, la Rama Shakti-Pat, de Benidorm, la Rama Ceres, de Cáceres, la Rama Jinarajadasa de Valencia, la Rama Rakoczy de Madrid, la Rama Narayana, de Cestona, y la Rama Bilbao, ésta recuperada. Como Grupos de Estudios Teosóficos, funcionan ahora en España el de Mario Roso de Luna, en Alzira, el de La Rioja, en Logroño, el de Zanoni, en Cáceres y el de Dharma en Valencia.

Como ya hemos mencionado, quedan muchísimas más cosas que podrían tener cabida en esta reseña, pero creemos que con lo dicho es más que suficiente para dar una idea general. El único interés que nos ha guiado para hacerla ha sido el de poner un poco de relieve ante nuestro joven público teosófico actual, lo que fue y lo que representó el movimiento teosófico en Catalunya y especialmente en Barcelona durante esos años y lo que, con toda humildad, todavía pensamos que representa.

Estos apuntes los he ido escribiendo a medida que acudían a mi memoria y pido humildemente perdón por lo deshilvanados que hayan podido resultar. Puede que algunos de ellos sean repetitivos, pero espero que la buena fe que los ha guiado y el mucho cariño y añoranza que he puesto en ellos a medida que los iba memorizando y surgían en mi mente, puedan servir de excusa para alcanzar su benevolencia.

Con emoción, todavía me parece ver a D. Federico Climent Terrer, ya muy anciano, subiendo las escaleras de nuestra casa, hasta el tercer piso, sin ascensor, con paso cansino, la tarde de cada jueves, esperando encontrar la taza de chocolate y el bollo que le esperaban arriba y la ilusión con la que se lo tomaba. Y todavía veo a Marcelino Ortega bailando el aurresku vasco como salutación cuando llegaba a nuestra casa. Y las flores con las que nos obsequiaba Augusto Silva con el mismo motivo, y el oso de peluche y las pulseras que D. Julio Garrido trajo para mis hijas desde Egipto, cuando al regreso se detuvo en Barcelona y se hospedó en nuestro hogar. Y a Lola, la mujer de Augusto, mujer encantadora e inolvidable. Y a Vicente Olivares, acompañado algunas veces de Miguel Cantó, y el mismo José Talavera, ¡y tantos otros viejos y entrañables teósofos de aquí y de fuera que pasaron por nuestro hogar!

Dedico este trabajo especialmente a mi esposo (q.e.p.d.) que fue, durante más de setenta años, un trabajador infatigable y excepcional de la causa, además de un buen líder para muchos, y el líder de mi propia vida durante más de 57 años.

Con cariño para todos.

Barcelona, febrero de 2010.

Consuelo Burón.